El noble Himerio hizo una peregrinación a Palestina. A su regreso hizo una pausa en su viaje en una isla llamada Arados, en la que habría liberado al pueblo de un monstruo, cuyas patas trajo con él. A su regreso, se estableció como ermitaño en el valle de Susingen -llamado hoy Valle de San Himerio- en el Jura bernés, y junto con su compañero, Alberto cultivó un terreno, que le había dado el Obispo Mario de Lausanne. Sobre la tumba de Himerio se asienta el el actual monasterio de San Himerio, en Suiza.
Traducido para ETF de la pequeña noticia que transmite, con referencias en el prestigioso Biographisch- Bibliographisches Kirchenlexikon, el Ökumenisches Heiligenlexikon, de donde también tomamos la imagen, que corresponde a una pintura de 1845 en la iglesia alsaciana de San Himerio en Battenheim.