El Liber Pontificalis afirma que el papa san Félix I fue mártir, y construido una iglesia sobre la via Aurelia, en la que fue sepultado. Sin embargo, ninguno de los dos datos son ciertos, así como otras afirmaciones que también se han hecho sobre él a lo largo de la historia, como atribuirle algunos decretos de materia litúrgica. En realidad, es escaso lo que se sabe de san Félix, aunque puede darse por cierto que no murió márir y que fue enterrado en el cementerio de Calixto.
Sucedio a san Dionisio en el 269 y ejerció el episcopado hasta el 274. Durante su pontificado tuvo lugar la deposición de la sede de Antioquía de Pablo de Samosata, por sus herejías trinitarias. Nos cuenta Eusebio que como el hereje no quisiera bajo ningún concepto abandonar su sede, intervino el poder secular: fue desalojado por orden del emperador Aurelio, que consideró que la decisión de apartarlo era justa ya que no estaba «en correspondencia epistolar con los obispòs de Italia y de la ciudad de Roma». Muchos años después, en el Concilio de Éfeso, en el 431, se leyó la Carta de san Félix con motivo de estas controversias doctrinarias; pero la carta leída había sido manipulada por los apolinaristas, por lo que no ha llegado a nosotros el escrito del propio san Félix.
De acuerdo con la «Depositio Episcoporum», san Félix murió el 30 de diciembre, es decir, el III Kalendas Jan[uari]. Sin embargo tradicionalmente se lo ha celebrado el 30 de mayo, es decir, el III Kalendas Jun[ii], por un simple error de copista. El Martirologio actual ha restaurado la fecha correcta.
Véase el artículo de J. P. Kirsch en Catholic Encyclopedia, así como los comentarios de Duchesne en la edición del Liber Pontificalis (tomo I pág 58), y el Comentario al Martirologio Jeronimiano, pág. 14-16; Acta Sanctorum, mayo, VII, 236-37. La referencia de Eusebio se encuentra en la Historia Eclesiástica, VII,30,19; Eusebio tiene errada la cronología (ver notas a la edición BAC, pág 495). Hay también un artículo en «Los Papas, de San Pedro a Juan Pablo II», de Jean Mathieu-Rosay, Rialp, Madrid, 1990, pp 51.