Los testimonios más antiguos sobre el santo y la fundación derivan de la llamada «Vita rhytmica», una composición en verso de los siglos IX-X, de la que lamentablemente sólo quedan fragmentos, pero que ha sido la fuente de los posteriores relatos en prosa que han llegado hasta nosotros.
De la infancia y juventud del santo nada sabemos, excepto que nació en la noble familia de los Lambesc, de la Provenza, que fue ejemplar en su vida, y que bien pronto se sintió llamado al estado religioso, por lo que fue a Italia, a instalarse en el Valle de Susa.
Dos documentos ciertos, uno del 825 y otro del 827, se refieren expresamente a Eldrado llamándolo Abad de Novalesa; el primero es un diploma original del emperador Lotario I (795-855), que dona al abad Eldrado el monasterio de Pagno, en Cuneo; el segundo es una sentencia resuelta a favor de la abadía de Novalesa, tras una disputa entre los monjes y algunos de los habitantes de Oulx, pueblo situado en la misma provincia de Turín.
Resulta constatable lo que indica el elogio: el celo de Eldrado por el culto del Señor y su laboriosidad como constructor de nuevas iglesias. Se puede mencionar la de San Pedro, en su ciudad natal de Lambesc, las cuatro de Monestier-les-Bains, y el grandioso campanario de la abadía de Novalesa. En cuanto al otro aspecto, se cuenta su revisión del Libro de los Salmos para el uso litúrgico.
Entre sus méritos debe contarse su capacidad para haber tutelado los derechos de la abadía, en aquel tiempo en su máximo esplendor, y el haber hecho construir un nuevo monasterio en Monestier, en la vecina Francia, que era en ese momento localidad de paso para peregrinos y viajeros.
Su presencia como abad de una de las dieciséis abadías más importantes de la época está atestiguada entre el 820-25 hasta el 840-45; pero el testimonio más importante de la santidad de vida de Eldrado es la existencia dentro de los terrenos de la abadía, de una iglesia dedicada a él, construida entre 1229 y 1265 por voluntad de Giacomo delle Scale, prior en esos años.
La capilla se encuentra entre las obras de arte más significativas del Piamonte, de evidente ascendencia bizantina, ornada internamente con un ciclo de pinturas que desarrollan la vida de san Eldrado: es representado primero como agricultor, tratando de cortar con el hacha un arbusto, luego en el río, luego como peregrino frente a un sacerdote, y luego a las puertas del monasterio de Novalesa, donde un sacerdote de nombre Arnulfo lo consagra y viste con el hábito monacal. Sigue a este conjunto una pintura que muestra al santo librando a la región de Briançon de las serpientes, encerrándolas en una caverna; y finalmente una en al que se muestra al abad a punto de morir, que recibe la comunión mientras un monje llora a su lado.
Murió en Novalesa hacia el 840. Sus reliquias se conservan en una urna de plata repujada en la iglesia parroquial de Novalesa. El culto fue confirmado, junto con el de otros santos, en diciembre de 1903.
Traducido para ETF, con algunos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli en Santi e Beati. Curiosamente, ni ese artículo ni el de Agasso en la misma página, ni la breve biografía de Año Cristiano, BAC (2003), mencionan la confirmación de culto, cuyo decreto puede leerse en ASS 36 [1903-4], pág 423. Ver también Acta Sanctorum, marzo II, pág. 326 (día XIII, ed. 1865). En el sitio de la abadía de Novalesa puede verse las pinturas a las que alude el artículo (de las que reproducimos una), así como mucho otro material.