El pueblo de Blois y su bosque, a orillas del Loira, fue escenario de la vida de este diácono, que buscó la soledad, pero llegó a ser abad de una comunidad de monjes que se reunieron a su alrededor.
De él apenas queda el rastro de culto en un toponímico: Saint-Dyé-Sur-Loire (Dyé es el apócope de Deodato: Dieu-donné) que recuerda la existencia de una parroquia dedicada al santo, que fue honrada por milagros, destruida en el siglo IX por los normandos, y reconstruida por Carlos Calvo.
Su nombre aparece en muchos martirologios históricos: Bellini, Martirologio de Colonia, Usuardo, y en algunos martirologios monásticos.
Existió el relato de una "Vida" del santo, aunque se perdió, y lo que queda son dos recopilaciones muy posteriores, llenas de datos históricos imprecisos y falaces, pero aun así con algún fondo histórico para entresacar, que parece que han sido compiladas a partir de aquella "Vida", y que aun reproducen los Bolandistas. En esas recopilaciones se recuerda que fueron a postrarse ante él y pedirle consejo el rey Clodoveo I y su hijo Childeberto, lo que permite ubicar al santo en el siglo VI.
El rey Luis XI (siglo XV), que había leído el relato de la Vida, honró la memoria del santo donando a la parroquia una caja de plata y oro que se decía que contenía las reliquias de sus labios, pero lamentablemente los hugonotes las destruyeron a fines del siglo siguiente, con gran dolor del pueblo del lugar.
Basado en Acta Sanctorum, Abril, III. Imagen del santo en el altar mayor de la parroquia que lleva su nombre en Saint-Dyé-Sur-Loire.