San César nació el 3 de febrero de 1544 en Cavaillon, un pueblecito de la Provenza, de una familia emigrada a Francia desde Italia. Había pasado su juventud entre los oficiales del ejército de Carlos III, después en la corte real, y el ambiente desvinculó el alma del joven oficial de toda práctica religiosa y de todo sentimiento evangélico. La conversión llegó en 1575, después de un laborioso camino, marcado por la oración y la penitencia de dos humildes personas: Antonieta Revillande y Luis Guyot. La búsqueda de un director espiritual, primero el jesuita Padre Piquet, y después el obispo de Cavillon, reavivó en él la fe recibida de su madre, y lo llevó, después de cuatro años, al sacerdocio. El encargo recibido del obispo fue la predicación a la gente más pobre económica y culturalmente. De los tugurios a las catedrales para predicar a la gente y restaurar la fe y las costumbres. En 1592 se viene a formar en torno a él -padre, legislador y moderador- una familia de apóstoles y luego de hermanas: nace así la congregación masculina y la femenina de la Doctrina Cristiana. Son célebres sus textos catequísticos que comentan el Catecismo del Concilio de Trento, y que será publicado después con el nombre de Catecismo de San Pío V, en los cuales comentarios De Bus trata los argumentos teológicos primarios vistos bajo el ángulo más eficaz, según la edad y la posición del catequizando: la mayor edad, la media y la pequeña. Después de diez años de ministerio sacerdotal sufrió la ceguera total. Murió en Avignón el 15 de abril de 1607; su causa de beatificación fue abierta después de cuatro años y culminó con la elevación a los altares por parte de SS Pablo VI el 27 de abril de 1975. Fue canonizado por Papa Francisco el 15 de mayo de 2022.
Así lo describía el Santo Padre el día de la beatificación en el mensaje a la gente congregada en la Plaza de a Basílica Vaticana para el Regina Coeli:
«Hoy es día de fiesta para la Igleia. Hemos proclamado, como sabéis, la beatificación de César de Bus, de un hombre de mundo, de un hombre de armas, de un hombre de letras, que, "nel mezzo del cammin di nostra vita", se hace sacerdote y se da entero, con algunos compañeros -llamados después Los Doctrinarios- a la enseñanza del catecismo a los niños y al pueblo...»
Un elemento que destaca en la vida de este beato es el camino de conversión y de penitencia que regeneró su vida. También él, como Milleret, es un hombre que ha sabido transmitir con un método propio los valores de la fe en una época no fácil, el post concilio tridentino, y también él es un hombre empeñado en las cuestiones sociales y de la educación.
Recordemos del beato su actividad apostólica "entre las familias campesinas, en caseríos abandonados, donde la miseria era reina, enfermero voluntario en unos hospitales que en aquella época estaban en un estado lamentable, impregnados del olor persistente de los enfermos, recogía cada tarde a los campesinos para orar en una capilla rústica, fuera de las puertas de la ciudad, a Santa María de la Piedad"».
Traducido para ETF de un artículo de Don Marco Grenci. Puede leerse (en italiano) la locución completa de SS Pablo VI en el Regina Coeli que cita este artículo.