Celso es el nombre latino de Ceallach mac Aedha, en cuya familia la sede de Armagh había sido hereditaria durante varias generaciones. Como sus ocho predecesores, Celso era laico al asumir la sede en 1105, a los veintiséis años de edad. Consagrado obispo, fue un excelente pastor. San Bernardo de Claraval escribió sobre él: «Era un hombre bueno y temeroso de Dios». Fue muy asiduo en las visitas pastorales, administró sabiamente las posesiones de su diócesis y restauró la disciplina eclesiástica. Con este último punto se relaciona su presencia en el gran sínodo de Rath Breasail, al que asistieron no menos de cincuenta obispos, bajo la presidencia del legado pontificio Gilberto de Limerick. El pueblo no recibió de buen grado ni las reformas que llevó a cabo el sínodo, ni la nueva división de las diócesis.
Los anales de Four Masters cuentan que san Celso reconstruyó la catedral de Armagh. La época en que vivió fue muy agitada; tuvo que ejercer el oficio de mediador en las discordias de los príncipes irlandeses y sufrió las invasiones de los O'Rourke y los O'Brien. En todas sus dificultades le asistió san Malaquías, quien fue primero archidiácono suyo y después obispo de Connor. Poco antes de su muerte, ocurrida en Ardpatrick de Munster, en 1129, Celso acabó con la costumbre de la sucesión hereditaria, nombrando por sucesor a Malaquías. Según su deseo, fue enterrado en Lismore. El cardenal Baronio introdujo el nombre de san Celso en el Martirologio Romano. Su fiesta se celebra el l de abril, día de su muerte, en todas las diócesis de Irlanda.
Ver Acta Sanctorum, abril 6; la biografía de san Malaquías escrita por San Bernardo; (Migne, PL., vol. CLXXXII, col. 1086); O'Hanlon, Lives of Irish Saints, vol. IV, p. 43; y todas las biografías modernas de san Malaquías.