Burcardo, un sacerdote originario de Wessex, partió a predicar el Evangelio en Alemania y ofreció sus servicios a su paisano, San Bonifacio, hacia el año 732. Poco después, éste le consagró primer obispo de Würzburg, en la Franconia, donde San Quiliano había predicado el Evangelio y sufrido el martirio unos cincuenta años antes. El apostolado de San Burcardo fue muy fecundo en toda la región.
El año 749, Pepino el Breve envió a san Burcardo y a san Fulrado, abad de Saint-Denis, a consultar al papa san Zacarías sobre el asunto de la sucesión al trono de los francos, y la respuesta del Pontífice fue favorable a las ambiciones del monarca. San Burcardo trasladó las reliquias de san Quiliano a la catedral de San Salvador, en la que fundó una escuela. El santo fundó igualmente la abadía de San Andrés de Würzburg, que más tarde tomó su nombre. El año 753, sintiéndose muy agotado, renunció al gobierno de su sede y se retiró a Homburg, donde pasó el resto de su vida. Probablemente murió el 2 de febrero de 754.
Existen dos biografías medievales; lo curioso es que la segunda, que data de dos o tres siglos después que la primera, posee mayor valor histórico. La primera biografía puede verse en Acta Sanctorum, oct., vol. VI. La segunda, escrita probablemente por Engelhardo, abad del monasterio de San Burcardo, fue publicada en 1911 con el título de Vita sancti Burkardi, con una introducción y un comentario en alemán de F. J. Bendel. Bendel y otros autores publicaron una serie de artículos sobre San Burcardo en Archiv des hist. Vereins van Unterfranken, vol. LXVIII (1930), pp. 377-385.