El joven Austregisilo, hijo de un noble venido a menos, gozaba de gran fama en la corte del rey Guntramno, en Chalon-sur-Saône. Víctima de las calumnias, san Austregisilo fue condenado a batirse en duelo con su acusador para demostrar su inocencia: su adversario murió poco antes del combate como consecuencia de una caída del caballo y el pueblo vio en ello una prueba providencial de la inocencia del joven. El hecho movió a Austregisilo a poner en práctica su proyecto de retirarse del mundo. Así pues, cuando el rey le propuso que contrajese matrimonio, el santo respondió: «Si me toca en suerte una mujer buena, tendré miedo de perderla y si me toca en suerte una mujer mala, desearé una mejor».
San Austregisilo fue ordenado sacerdote por su amigo san Eterio, quien le nombró abad de Saint-Nizier, en Lyon. Sus milagros y su prudencia en el gobierno de la abadía le ganaron gran fama. En 1612, fue elegido obispo de Bourges y gobernó esa diócesis hasta su muerte, ocurrida doce años después. Uno de sus discípulos fue san Amando, quien llegó a Bourges cuando era muy joven y vivió en una celda cercana a la catedral, bajo la dirección del obispo.
En MGH., Scriptores Merov., vol. IV, pp. 188-208, hay una edición crítica de la biografía publicada antes en Acta Sanctorum, mayo, vol. U. B. Krusch descarta la opinión de que el autor de esa biografía era contemporáneo de san Austregisilo y afirma que la obra fue compuesta unos dos siglos más tarde. Véase también Duchesne, Fastes Épiscopaux, vol. I, p. 29.