En el año 383, cuando murió Ascolio, obispo de Tesalónica, y se eligió a Anisio para reemplazarlo, san Ambrosio escribió una carta al nuevo prelado para decirle que había tenido noticias de que era un celoso discípulo de Ascolio, y para expresarle su esperanza de que demostrase ser «otro Eliseo para su Elías». Son muy escasos los detalles que se conocen sobre la vida de san Anisio, pero en la historia de la Iglesia se le toma muy en cuenta, a causa de la actitud del papa san Dámaso, quien le nombró patriarca vicario de la Iliria, un territorio que, posteriormente, fue motivo de disputa entre Roma y Constantinopla. Además, los poderes que se le confirieron, fueron renovados por los pontífices san Siricio y san Inocencio I.
San Anisio apoyó siempre con vigor a san Juan Crisóstomo e hizo un viaje especial a Constantinopla para defender su causa contra Teófilo de Alejandría. En el año de 404, san Anisio, junto con otros quince obispos de Macedonia, hizo un llamado al papa Inocencio para que emitiese su juicio en la causa por la cual san Juan Crisóstomo había sido exilado de su sede, con la promesa de actuar según su última decisión. San Juan Crisóstomo escribió una carta de agradecimiento a Anisio. Durante el episcopado del santo, tuvo lugar en Tesalónica la espantosa matanza referida en el artículo sobre san Ambrosio. Las virtudes de san Anisio fueron muy alabadas, tanto por san Inocencio I como por san León Magno.
No existe ninguna biografía de san Anisio y nuestros conocimientos sobre él dependen de noticias aisladas, como por ejemplo, las que discute Tillemont en sus Mémoires, vol. x, pp. 156-158. Véase también a Duchesne, en L'Illyricum eclésiastique, editado en el Byzantinische Zeitschrift, vol. I (1892), pp. 531-550; L. Petit en Les évéques de Thessalonique, publicado en Echos d'Orient, vol. IV (1901), pp. 141 y ss.