"Hace no mucho tiempo, según cuentan nuestros mayores, hubo un cuidador en la iglesia de San Pedro, llamado Abundio, hombre serio y de gran humildad, que servía al Dios Omnipotente con tal fidelidad, que el bienaventurado apóstol san Pedro, por medio de un signo, dejó de manifiesto la estima que tenía por este hombre. Había una joven que frecuentaba la Iglesia, y que estaba lastimosamente paralítica, por lo que andaba arrastrándose sobre sus manos, y tan débil, que apenas podía separar un poco el cuerpo del suelo. Por largo tiempo había rogado a san Pedro que la sanara de su enfermedad, y una noche tuvo una visión del santo, que le habló así: «Ve a Abundio el mansionario, y pídeselo, que él restablecerá tu salud.»
"La joven no dudó de la veracidad de la visión, el problema es que no conocía a Abundio, así que se desplazó arriba y abajo de la iglesia, arrastrándose y preguntando quién era el hombre. De repente se encontró con él mismo, a quien dijo: «te ruego padre que me digas quién es Abundio el guardia». A lo que él respondió: «Soy yo». La joven le dijo: «Nuestro pastor y patrono, el bienaventurado san Pedro apóstol, me ha enviado a ti para que me ayudes en mi enfermedad.» «Si él te ha enviado», respondió Abundio, «entonces levántate», y tomándola de la mano la hizo parar sobre sus pies. Y desde aquella hora todas las partes de su cuerpo enfermo sanaron, y se pusieron robustos, y no quedaron rastros del mal.
"Pero si yo contara detalladamente todos los milagros que se conoce que ha hecho en esa iglesia, no quedaría espacio para hablar de todos los hombres santos que han sido famosos en los diversos lugares de Italia."
Con estas palabras transmite san Gregorio Magno en sus Diálogos el recuerdo de la figura de este santo; no obstante, no parece que haya un culto antiguo de este guardia del templo o «mansionario», incorporado recién en la revisión actual del Martirologio Romano.
Ver san Gregorio el Grande, Diálogos, III, cap. 25, traducido directamente del latín para este santoral, ya que no parece haber edición castellana completa de esta obra de san Gregorio. La imagen es un medallón en la iglesia de los santos Miguel y Magno, en Roma.