De la crónica de la celebración litúrgica de beatificación, escrita por la Hna. Gabriella Masturzo, Postuladora General de la Orden del Císter.
En los días del 13 al 16 de mayo del año 1799, fueron asesinados seis monjes en la abadía de Casamari, que entonces pertenecía a la Estricta Observancia de la Orden del Císter, por la incursión de una quincena de soldados jacobinos franceses que huían del Reino de Nápoles, tras la caída de la República Partenopea.
Enseguida se reconoció la fama de santidad del P. Simeón Cardón de Cambrai, benedictino y luego cisterciense, que era el prior claustral, del P. Domenico María Zavrrel, checo, primero dominico y luego cisterciense de Casamari, del oblato francés fray Maturino Pitri, de fray Albertino Maisonade, francés de Burdeos, de fray Modesto Burgen de la abadía de Sept-Fons, y del converso italiano de Milán, fray Zósimo Brambat. Junto con algunos otros hermanos, los seis habían permanecido en el monasterio mientras el abad y otros hermanos se habían refugiado en otro lugar, como tantos monjes de los monasterios de la zona, durante la furiosa violencia provocada por el paso de algunas tropas rezagadas del ejército francés que huían del reino borbónico hacia el norte de Italia. Se sabe que a la hora de las Completas los soldados que huían fueron acogidos en el monasterio y se les dio de cenar, pero también buscaban dinero y objetos de valor. Ante su violencia al profanar el mobiliario de la Iglesia y las píxides que contenían las especies eucarísticas, los monjes intentaron recuperar y poner a salvo las partículas consagradas, pero fueron bárbaramente atacados y asesinados. No fue una acción vinculada a una persecución sistemática y explícita contra la fe, pero en la violencia de la agresión se manifestó un odio a la fe y a sus símbolos que ciertamente se puede relacionar con la ideología jacobina.
Los seis, tan pronto como fue posible, fueron enterrados por algunos cohermanos en el cementerio del monasterio. Por su intercesión se obtuvieron muchas gracias hasta que, en 1854, el abad de la época, para preservar la paz del monasterio, les ordenó en nombre de la obediencia que no concediesen más favores. Unos años más tarde se retiró esta prohibición, las gracias se multiplicaron y los restos mortales se colocaron en la iglesia de la abadía. La fama del martirio creció y se extendió, pero sólo en 2013 se inició el proceso canónico de beatificación. El 26 de mayo de 2020, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de martirio, y el 17 de abril de 2021 se celebró la beatificación en la Basílica-Iglesia de la Abadía de Casamari por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, en representación del Papa Francisco.
Fuentes: La continuación de la crónica puede leerse aquí. El decreto de martirio, del 26 de mayo de 2020, aquí (en italiano)