El beato Tomás nació en el pequeño pueblo de Colle-Stracciario -conocido popularmente como Costacciaro- distante alrededor de once kilómetros de Gubbio, en Umbría. Todavía niño, su corazón se inclinaba por las prácticas piadosas y su padre lo llevaba a la campiña a visitar los santuarios y lugares de peregrinación. Fue de esta manera como conoció a los ermitaños camaldulenses de San Romualdo, en su retiro de Sitria, y le atrajo de tal suerte esa manera de vida, que obtuvo el consentimiento de su padre para entrar en esa orden. Pasó varios años entre ellos, pero añoraba mayor penitencia y vida solitaria. Con el consentimiento del abad, tomó posesión de una vieja cueva en Monte Cupo o Cucco, que se suponía haber estado habitada, en alguna ocasión, por San Jerónimo. Cuatro años vivió en aquélla soledad y su manera de vida, como dice su biógrafo, fue sólo conocida de Dios.
Es cierto que haya vivido de raíces y frutas silvestres, y que los fieles, no sabiendo de su existencia, no pudieron proporcionarle alimentos, como lo hacían con los otros ermitaños. Por último, accidentalmente fue descubierto por unos viajeros que se habían extraviado en su camino. Sus penitencias y ayunos lo habían dejado reducido a piel y huesos, y la gente piadosa le trajo alimento y bebida, pero él no alteró su manera de vivir y regaló todo a los pobres que se habían empezado a reunir a su alrededor. Varios jóvenes quisieron unirse a él y sujetarse a su disciplina, pero no los ató con ninguna promesa y les permitió discurrir libremente. Ellos atesoraron sus dichos y sus milagros y uno de ellos, posteriormente, escribió su vida. Se dice que Tomás murió el año de 1337, agotado por las austeridades y privaciones.
Ver el Acta Sanctorum, marzo, vol. III y a Mittarelli, en Annales Camaldulensium, p. 360 ss.