Nace en Erice, junto a Trápani, en Sicilia, el año 1443. Muy joven viste el hábito carmelita en el convento de la Anunciación, de Trápani, donde profesó y posteriormente fue ordenado sacerdote. Pasados unos años fue destinado como prior al convento de Randazzo, donde perseveraría hasta su muerte. Era el suyo un convento que había adoptado la reforma calixtina, impulsada por el beato Juan Soreth y distinta de la llamada eugeniana, que abrazó la provincia de Mantua. Religioso observante, amante de la contemplación y el silencio, era muy esmerado también en atender a los fieles que acudían al convento en busca de la palabra de Dios y de dirección espiritual. Para facilitar el acceso de los fieles al convento construyó una carretera desde la ciudad, y para poder hacerlo pidió limosna por los campos y sitios vecinos.
El cumplimiento de su deber le llevó a la muerte: volvía al convento cuando por lo que parece un tal Juan Antonio Cataluchi, hermano de un religioso al que el santo hubo de reprender duramente por algunas cosas mal hechas, lo hirió gravemente. La herida se le infectó y luego gangrenó y de resultas de ella murió el 8 de mayo de 1490, habiendo dado un gran ejemplo de paciencia y habiendo perdonado a su agresor, cuyo nombre conocía pero que jamás quiso dar. Aunque empezó a venerársele como mártir, en la confirmación de su culto por Gregorio XVI el 10 de diciembre de 1841 se le dio título de confesor.