Hipólito Galantini nació en Florencia de una familia de trabajadores muy honesta. Fue tejedor de paños siguiendo la antiquísima tradición artesanal florentina. Serio, honrado, reflexivo, dedicaba las horas libres de su trabajo a la educación religiosa de los muchachos, especialmente de los muchachos de la calle. Se asoció con otros artesanos igualmente honestos, serios, silenciosos y reflexivos. En la enseñanza catequística demostró tanta aptitud que el cardenal Alejandro de Médicis, después Papa León XI, lo nombró maestro de la doctrina cristiana para la arquidiócesis de Florencia.
Deseoso de mayor perfección, pidió ser admitido entre los Capuchinos, pero por su mala salud no pudo realizar su sueño. Retomó su actividad religiosa didáctica con nuevo empeño y a la vez ayudando en el trabajo manual a su padre.
El 14 de octubre de 1602 en un oratorio que le donaron sus conciudadanos, tomó el hábito de terciario franciscano y fundó la Congregación de San Francisco de Asís para la Doctrina Cristiana. En otras ciudades fundó iguales Congregaciones, como en Lucca, Pistoya, Modena, Volterra y en otros lugares, donde permaneció por algún tiempo. Auténtico hijo del pueblo, Hipólito se consagró totalmente al apostolado de la instrucción religiosa a favor de las clases más modestas. En el campo práctico del apostolado indudablemente es una de las figuras más destacadas. Pertenecieron a su Congregación personajes de alto rango social que no se sentían humillados de unirse a él, pobre obrero, para hacerse maestros de catequesis para el pueblo.
Durante 14 años padeció atroces sufrimientos, que soportó con gran espíritu de sacrificio y resignación. Murió en Florencia el 20 de marzo de 1619, a los 54 años de edad, llorado unánimemente por todos. Tanta era su fama de santidad, que su sepulcro se convirtió en meta de devotas peregrinaciones. Personas de toda condición acudían para pedir a Dios gracias por los méritos de su bienaventurado siervo. Fue beatificado por León SS. XII el 12 de julio de 1825.