La vida de Francisco Faá di Bruno, primero militar y científico, luego fundador y sacerdote, es verdaderamente interesante, porque significa una muestra clara de cómo fructifica la gracia de Dios en el corazón humano cuando éste corresponde al don y la presencia de Dios en nuestras vidas.
Nació en Alessandría, en el norte de Italia, el 29 de marzo de 1825, duodécimo y último hijo de Luis, marqués de Bruno, conde de Carentino y señor de Fontanile, patricio además de Alessandría, y de Carolina Sappa de Milanesi, igualmente de noble familia. Le precedían siete hermanas y cuatro hermanos. Era la suya una familia sólidamente cristiana en la que se practicaba la religión con entusiasmo y se atendía con eficaz caridad a los necesitados. Dos hermanas suyas y dos hermanos también elegirán la vida religiosa, siendo uno de ellos, José María, superior general de la Sociedad del Apostolado Católico o palotinos. Se crió, pues, en un ambiente que le llevo desde pequeño a vivir la fe con intensidad.
Muerta su madre en 1834, ingresa dos años más tarde en el Colegio de Novi Ligure, bajo la dirección de los Padres Somascos. Aquí recibirá cuatro años de formación humana y religiosa hasta que decide su vocación militar y en 1840 ingresa en la Real Academia Militar de Turín. Desarrolla una promisoria carrera militar, sin apartarse, no obstante, de su fe y religiosidad. Por sus contactos con el príncipe heredero Víctor Manuel, cuando éste sube al trono le encarga la preceptoría en matemáticas de sus hijos Humbreto y Amadeo, lo que le da la oportunidad de viajar a París. Aquí frecuenta la parroquia de San Sulpicio, se adhiere a las Conferencias de San Vicente de Paúl, con cuyo fundador, el beato Federico Ozanam, hace amistad y atiende a su formación científica con gran esmero, logrando la licenciatura en Ciencias, tras lo cual, en 1851, vuelve a Turín. Pero los elementos anticlericales de la corte se oponen a que un católico tan firme como Francisco sea el preceptor de los príncipes y es enviado a los Apeninos y la costa tirrena para hacer unos mapas de los confines marítimos del reino. Tras haberse negado a batirse en duelo, en marzo de 1853, pide la excedencia en el ejército. Decide volver a París para obtener el doctorado en matemáticas y astronomía. Trabaja en el Observatorio Nacional francés, y decide entonces dedicarse a demostrar la armonía entre la Ciencia y la fe. Vuelto a Turín en 1857, inicia en la universidad cursos libres sobre matemáticas y astronomía, mereciendo que en 1861 lo designen "doctor agregado" al tiempo que retoma la dirección del coro de San Máximo, que ghabía fundado antes de su última estancia en París, en el que realiza un magnífico apostolado con sus componentes.
En 1860 da comienzo a una serie de iniciativas que constituirán grandes ayudas a personas necesitadas. Abre una institución, llamada la «Obra de Santa Zita». En esta casa muchachas de condición humilde y minusválidas físicas reciben asistencia material, moral y religiosa a cambio de su participación en las obras de la institución, por ejemplo la gran lavandería industrial, a la que llevarán sus ropas instituciones militares, docentes y hospitalarias por su gran eficacia y pericia. Funda también la "Enfermería de San José" para mujeres pobres, enfermas y convalecientes, y en 1862 funda el "Pensionado-hospicio", donde se acogen mujeres pobres, ancianas o inválidas, e igualmente funda un "Liceo", donde los chicos puedan hacer cursos de enseñanza secundaria, y al que manda algunos de sus chicos el propio Don Bosco. A estas obras añadió un "Pensionado para sacerdotes", en el que acogía los eclesiásticos ancianos y pobres, reducidos a la miseria a causa de la confiscación de los bienes eclesiásticos. En 1864 funda la "Escuela de educandas" para la formación profesional de las jóvenes del pueblo, dándoles cursos de economía doméstica, a la que seguirá en 1866 la "Escuela de alumnas maestras e institutrices" a fin de formar profesoras de estudios primarios, que tendrá un gran éxito y será apoyada por numerosos ayuntamientos, agradecidos a la gran labor que en ella se ejercía. Pero su obra fundamental era la llamada de Santa Zita en el barrio de San Donato. En 1868 decide comenzar la construcción de una iglesia aneja, que llamaría de Nuestra Señora del Sufragio. Ésta sería la iglesia de la obra, pero sería tambIén un templo dedicado al sufragio por los fieles difuntos, pensando de manera especial en todos los soldados caídos en las guerras. Esta iglesia, con su alta torre señera, será un hito en la espiritualidad tan intensa de la ciudad de Turín.
Comprende que la permanencia de la obra requiere la presencia de una congregación religiosa al frente, y entonces decide la fundación de la misma. El Obispo de Alba le proporcionó la joven que sería la primera piedra de este edificio espiritual: Juana Gonella, persona inteligente y tenaz, que estaba destinada a ser la primera superiora general de la congregación. En 1869 se inicia la vida de la misma con la entrada en el postulantado del grupo de iniciadoras, y se llaman Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio y Santa Zita. Dedicará todo su empeño a la consolidación de esta congregación y de las obras que están encomendadas a la misma. Profesor numerario de la Universidad de Turín en 1871, en 1876 será nombrado profesor extraordinario, negándosele siempre, por el odio anticlerical allí presente, el título de profesor Ordinario. Dirige por entonces varias revistas, funda una tipografía y crea una biblioteca ambulante, muy preocupado por la buena prensa. En 1875, con el consejo, entre otros, de Don Bosco, decide hacerse sacerdote. Le parece que será bueno para su congregación.
Tiene problemas con el difícil arzobispo de Turín -que se lo digan a Don Bosco- y decide acudir a Roma, donde el papa Pío IX lo acoge, dispone su ordenación sacerdotal y le regala un cál1z. Se ordena el 22 de octubre de 1876, no sin disgusto de su arzobispo que, solamente siete meses después decide olvidar el incidente de su ida a Roma. Vuelto a Turín funda la "Pía casa de acogida para madres solteras". En 1881 compra una finca en Benevello de Alba y funda allí un centro de formación profesional de las jóvenes, que aprovecha para dar retiros y ejercicios espirituales. Continúa dirigiendo sus múltiples obras con gran dedicación, generosidad y acierto y creciendo en la unión con Dios hasta que fue llamado por el Señor el 27 de marzo de 1888, a los dos meses de la muerte de Don Bosco, su querido amigo. Su vida, llena de activa caridad con las jóvenes, los enfermos, los pobres, los ancianos y las almas del purgatorio, es menos conocida de lo que merece. Bien vale la pena que su figura sea dada a conocer por las muchas lecciones de cristianismo comprometido que comporta. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.
Sintetizado del artículo de Jose Luis Repetto Betes. Ver detalles y documentación en las webs de las Suore Minime di NS del Suffragio: la institucional de la Congregación, con una breve hagiografía o la dedicada específicamente al beato (con reproducción de documentos).