Educado desde niño en la abadía de la Santísima Trinidad de Cava dei Tirreni, Falcón tuvo una formación según los más sanos principios de la espiritualidad benedictina clunianense, bajo la guía del abad san Pedro I Pappacarbone, que gobernó la abadía entre 1079 y 1123, con más de 3000 monjes.
Aun joven, fue encargado de regir como prior el importante monasterio de Cersósimo, en la provincia de Potenza, y de otros en Calabria, todos dependientes de la abadía de Cava. El 6 de noviembre de 1141 sucedió al abad beato Simeón como superior general en la abadía madre, donde se distinguió como excelente orador y óptimo administrador. Su obra esta documentada en ocho volúmenes del «Index chronologicus». Fueron numerosas las donaciones en bienes y vasallos quie con su obra fluyeron a favor de la abadía, y la fundación o agregación de nuevos monasterios e iglesias, en la Basilicata y la Campania.
Fue un jurista eminente y apreciado, llamado varias veces por el rey Ruggero II el Normando, y por obispos de la región paa dirimir cuestiones canónicas, litigios y contestaciones. Murió el 6 de junio de 1146, y su cuerpo fue depositado en el altar de santa Catalina; en 1675 fue trasladado a la capilla llamada De los Santos Padres, reestructurada y revestida de mármoles policromos, conteniendo no sólo las suyas, sino las reliquias de los otros once beatos y santos abades, desde el fundador san Alferio, venerado al centro, bajo el altar de la capilla. El 16 de mayo de 1928 el papa Pío XII confirmó el culto del beato Falcón, junto con el de los otros siete beatos de la serie de abades de la Santísima Trinidad.
Traducido para ETF de un artículo de Antonio Borrelli.