Bernardo, llamado de nacimiento Antonio, nace en Catania (Sicilia) en 1430, de familia noble. Después de una juventud disipada, postrado por una grave herida recibida en un duelo, quiso ser inscrito entre los frailes Predicadores el año 1452.
Se dedicó con ardor y exclusividad a Dios y se esforzó en conformarse a Cristo crucificado, cuya pasión consideraba devotamente, por medio de una caridad ardiente y abundante penitencia. Fue misericordioso con el prójimo, especialmente con los enfermos y necesitados, para los que procuró la edificación de un hospital, que todavía existe, con la ayuda de sus conciudadanos, y que él mismo dirigió en vida. Fue de los primeros religiosos observantes de Santa Zita de Palermo, prior de Santo Domingo en Catania y después en Palermo y finalmente vicario general de los conventos reformados de Sicilia, dando, por consiguiente, una extraordinaria colaboración a la restauración de la vida regular.
Fue predicador ardoroso y llevó muchas personas a Dios. De él dijo Tomás Schifaldo: «Hombre bueno, piadoso y modestísimo, escrutador de todas las conciencias.». Murió en Catania, confirmada su vida con numerosos carismas, el 11 de enero de 1487 y allí se venera su cuerpo incorrupto. León XII aprobó su culto el 8 de marzo de 1825.
La hagiografía posterior ha pretendido "embellecer" la santidad del beato Bernardo recurriendo a leyendas a cual más ridícula sobre sus milagros, tanto anteriores a la muerte como posteriores, al gusto de alguna época en que quizás se pensaba que ver volar a un santo era un signo de elección divina, y así lo consignaban, sin mayor respeto por la verdad, o al menos por la cordura.
Esta pequeña biografía proviene de la síntesis de Academia de Humanidades PP Dominicos, y se atiene a lo esencial; el Butler-Guienea, habitualmente preferido en nuestra colección hagiográfica, trae una entrada del santo, pero se dedica casi por completo a ironizar sobre la absurda milagrería de los hagiográfos; recogemos, de todos modos, de allí la Bibliografía (Butler-Guinea tomo I, pág. 356): Procter, Short Lives of the Dominican Saints, pp. 21-23; Morder, Maitres Généraux O.P., vol. IV, p. 648; M. Coniglioni, Vita del B. Bernardo Scammacca (1926); Taurisano, Catalogus Hagiographicus O.P., pp. 45-46.