Su padre lo traslada a Roma para que continúe los estudios eclesiásticos, ya que no contaba aun con la edad canónica ser ordenado sacerdote.
Sin embargo, menos de un año más tarde se traslada, por orden del padre, a la Corte Real de Madrid. Allí recibió las órdenes sagradas en 1610, y fue puesto por el rey Felipe III en la Capilla Real. En 1611 fue nombrado capellán real.
El propio rey lo respetaba profundamente, tanto que en 1616 lo nombró comandante Capellán del Reino de Sicilia, cuyo oficio llevaba anejo el de Abad y Prelado Ordinario de la Prelatura nullius de Santa Lucia del Mela, que dependía directamente de la Santa Sede. Por esto tuvo que ir a Roma para ser confirmado en el cargo, cosa que ocurrió en 1617, por lo que en ese mayo de ese año hizo su entrada solemne en Santa Lucia del Mela.
Por considerarse ante Dios un gran pecador, muy a menudo se sometía a grandes privaciones y penitencias. Ayunaba por completo, o sólo cenaba pan y agua. Dormía en el suelo usando una pequeña colchoneta y una piedra como almohada. Llevaba como cilicios dos grandes cadenas de hierro, una de los cuales estaba erizada de agudas espinas. De esas dos cadenas, una aun existe, y, guardada en una urna relicario, se lleva a los hogares para pedir por la curación de los enfermos.
Se distinguió por el cuidado de la caridad para con los pobres, los enfermos y los débiles, así como el trabajo meticuloso y persistente de evangelización.
Murió cuando aún no contaba los 42 años de edad, el 2 de septiembre de 1626, empujado por la abstinencia y penitencia continuas, así como por una enfermedad no determinada. Desde entonces, los fieles de la antigua Preatura y de los pueblos vecinos comenzaron a venerarlo como beato, lo que se completa con la beatificación oficial el 2 de septiembre de 2013.
Traducido y adaptado de la noticia biográfica de la diócesis, sitio donde pueden encontrarse, en italiano, más detalles.