Nació en Játiva el 13 de marzo de 1887 en el seno de una piadosa familia. Maduró en ella un alma creyente conforme fue creciendo y desde joven se perfiló en ella una espiritualidad robusta. Decidió ser una apóstol seglar, viviendo con intensidad su condición de miembro de la Acción Católica y haciendo cuanto bien podía a su alrededor. Terciaria franciscana, María de los Sagrarios, miembro del Apostolado de la Oración y de la Adoración Nocturna, su vivencia de la Eucaristía era el centro de su vida espiritual, amando también singularmente la Liturgia y el decoro de la casa de Dios. Era intensamente devota de la Virgen María, fomentando la obra del Rosario Perpetuo. Y su vida interior se volcaba en obras sociales, como el Apostolado Social de la Mujer, el Sindicato Católico Femenino, dirigiendo la Caja Dotal y la Mutualidad de Enfermas del mismo. Ella era de economía modesta pero tenía habilidad para sacar fondos a las personas pudientes a fin de sostener las obras sociales que llevaba adelante.
Llegada la revolución de julio de 1936 se la avisó que corría peligro y sería mejor que se fuera a donde pasara inadvertida, pero ella prefirió quedarse en Játiva y acogerse a la voluntad de Dios. El 20 de agosto de ese año fueron a detenerla, y como su madre se negó a dejarla ir sola, ambas mujeres fueron fusiladas en las cercanías del cementerio a las 3 de la madrugada. Fue beatificada el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia de los años 1936-1939.