Nació en la Toscana, en Certaldo, alrededor del 1320, de una familia de noble origen, pero en decadencia. Quedó huérfana siendo joven, y entró al servicio de los Tinolfi en la vecina Florencia donde, en contacto con los agustinianos y su espiritualidad, vistió -sin tener aun veinte años, el hábito de las agustinas seculares. Sintiéndose llamada a a la búsqueda de una vida más radical y austera, en pleno florecimiento de su existencia, se decide a abandonar la ciudad y refugiarse en un lugar solitario. Volvió luego a Certaldo alojándose en una pequeña habitación junto a la iglesia agustiniana de San Miguel y Santiago. Primero fueron abiertas dos pequeñas ventanas: una hacia la iglesia, para asistir al servicio sagrado, y la otra hacia afuera, para recibir el alimento que la piedad popular le acercase. Hizo colocar sobre una pared un crucifijo y después, con solemnidad, desde el exterior un albañil tapió con un muro el acceso.
No dejará más el pequeño «romitorio». Como las reclusas, vivirá segregada del mundo por un período de cerca de treinta años, recorriendo hasta el fondo la larga vía de la ascésis y de la mística. Penitencia y oración serán sus ocupaciones cotidianas. Mantenerla con vida era ocupación de los ciudadanos de Certaldo y alrededores. Cuenta la tradición popular que incluso los niños corrían muchas veces en su ayuda, llevándole algunos alimentos, y que Julia, agradecida y sonriente, les respondía con flores frescas en cualquier estación del año. Nada más se sabe de ella sino que era muy venerada por sus conciudadanos por la vida de piedad que manifestaban sus ojos.
Murió en torno al 1370. Su culto se inició inmediatamente a su tránsito, porque ya en 1372 está atestiguada la dedicación de un altar en la misma iglesia junto a la cual había vivido, y donde estaba enterrado su cuerpo. Desde el 1506 el municipio certaldés contribuia para la fiesta en honor de la beata, a cuya protección fue atribuida varias veces la liberación de contagios y de la peste. Sus restos mortales se veneran en Certaldo, en la iglesia de San Miguel y Santiago (aunque la iglesia ya no es agustina). Su culto inmemorial fue confirmado por SS Pío VII en 1819.
Traducido para ETF de un artículo del P. Bruno Silvestrini, O.S.A.
El cuadro que ilustra la noticia es "Beata Giulia da Certaldo», óleo sobre tela de 2009, de la artista plástica certaldesa Sabrina Taddei