El corazón y la mente de Asunta Marchetti estaban totalmente orientados a la vida de clausura, aspiraba profundamente una vida de escondimiento, silencio, oración y trabajo. Un día, el P. Marchetti, su hermano, llegó a la casa cuando volvía del según viaje a Brasil acompañando a los emigrantes italianos en la travesía. Había hecho una cosa muy buena para los niños italianos huérfanos: un orfanato en donde se les brindaría una educación integral. Le dijo que 250 niños esperaban por cuidados de todos los tipos: físico, espiritual, cultural, psicológico, social y profesional. “Son niños y son italianos” le decía él. Como resistía y seguía adelante con su idea de enclaustrarse, P. Marchetti le pidió que fuera preguntar al Sagrado Corazón de Jesús qué pensaba al respeto.
Asunta comprendió que Dios le pedía cambiar su proyecto personal para abrazar aquel que Marchetti le presentara: la misión. Desde este instante Asunta fue la madre, la hermana, la enfermera, la educadora, la sierva de los huérfanos y abandonados en el exterior. Jamás volvió, o deseo volver atrás. Fue misionaria a tiempo pleno de los últimos en la migración.
Con sus compañeras Carolina Guillarduci (su madre), Maria Franceschini y Angela Larini (vocacionadas de P. Marchetti en Compignano), se fue a Brasil pasando por Piacenza para recibir el envío y el Crucifijo (compañero inseparable) de las manos del beato Juan Bautista Scalabrini, fundador de la Pía Sociedad para los emigrantes a la cual pertenecía P. Marchetti, el día 25 de octubre de 1895, este día es considerado el día de fundación de la Congregación de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo – Scalabrinianas, que se llamó en la época «Siervas de los Huérfanos y Abandonados en el Exterior». Fue el único día en que estuvieron reunidos el fundador Beato Monseñor Juan Bautista Scalabrini y los dos co-fundadores Siervo de Dios Padre José Marchetti y beata Madre Asunta Marchetti. Al año siguiente, 14 de diciembre de 1896, P. Marchetti, agotado por las fatigas apostólicas entrega su alma al Señor. La superiora de la pequeña comunidad, Carolina Guillarduci, no soportando la altísima presión que sobre ella cayera con la muerte del hijo, abandona la comunidad y vuelve a Italia. Hermana Asunta sigue con su misión, ahora mucho más exigente y sufrida: sin José y sin Carolina. Las dos compañeras se enferman, también por las carencias sufridas. Una muere en 1899 y la otra en 1901.
En 1900 junto con sus compañeras escribe a Scalabrini pidiendo protección, pues las hermanas que él había mandado para ayudarlas quería cambiar todo: nombre, misión, hábito. Sin una respuesta directa tuvo que callarse y obedecer por siete años. Después que los dos institutos se separan, ella organizó otro noviciado por orden del obispo del lugar. Luego en 1912 Madre Asunta y sus compañeras hacen los votos perpetuos y ella es nombrada, por el ordinario del lugar, Superiora General de las Hermanas Misioneras de San Carlos Borromeo – Scalabrinianas. En 1927 una vez más, el instituto sufrió otro cisma, de esta vez con las Clementinas que querían cambiar nombre, misión y hábito. Hubo intervención de la Santa Sede. Una vez más Madre Asunta debe tomar en manos el timón de la Congregación. Es electa Superiora General.
En 1934 debe escribir la historia el instituto y con el auxilio de un escribano recuenta en Brevi Cenni el camino recorrido por las Hermanas MSCS hasta aquel año. En 1948, el 1 de julio, en paz consigo y con todos descansa para siempre en el Señor luego de comulgar en las horas de la mañana. Todos sabían en su corazón que una santa se había muerto. La Congregación estaba segura y consolidada. En este mismo año sus constituciones fueron aprobadas y pasó a ser de derecho pontificio.
Extraído de la semblanza biográfica a cargo de la Hna. Erta Lemos. Hay en internet una extensa biografía en pdf, a cargo de la Hna. Laura Bondi, mscs, en italiano.