Albania fue uno de los países europeos que vivió, con Enver Hoxha, el comunismo maoísta. En el país de las Águilas fueron masacrados obispos, sacerdotes, frailes, monjas y una larga lista de laicos, incluidos los más débiles... Todo ello sucedió hace pocos años... La Iglesia de Albania se inscribe, por pleno derecho, en la lista de honor del martirologio del siglo XX.
El proceso diocesano de un grupo de 40 mártires se inició en 2002, con la presencia del cardenal Crescenzio Sepe. Se clausuró el 8 de diciembre de 2010, en presencia esta vez del cardenal Claudio Hummes. Ese día se declaró terminado el recorrido diocesano de la investigación canónica “super martyrio” de los siervos de Dios Vincenzo Prennushi OFM, arzobispo de Durrës, y 37 compañeros, del siervo de Dios Luigi Paliq, sacerdote OFM, y del siervo de Dios Gjion Gazulli, sacerdote diocesano (estos dos últimos no beatificados aun, a la redacción de esta noticia).
El clero católico se distinguió por su fe, su patriotismo y su cultura. Al padre Mati Prendushi la dictadura le propuso separarse de la Santa Sede de Roma para fundar la Iglesia nacionalista. Todos rechazaron valerosamente semejante propuesta. Monseñor Frano Gjini, obispo y delegado apostólico, cuando escuchó semejante pretensión, respondió con firmeza:
"Jamás separaré mi rebaño de la Santa Sede".
Monseñor Gjini fue fusilado en 1948. Ningún sacerdote aceptó el cisma y esto desencadenó la reacción que condujo a la encarcelación de unos 170 sacerdotes.
Don Lazër Shantoja fue torturado y le amputaron las manos y los pies; viéndolo en aquel estado, su madre desesperada, exclamó:
-Compro yo la bala para matarlo, pero no lo dejéis más en estas terribles condiciones.
Mientras aquel era fusilado en Tirana, capital de Albania, otro sacerdote, Ndre Zadeja, lo era también en la vieja e histórica ciudad de Shkodër, centro del catolicismo y de la cultura albanesa.
Más tarde serían fusilados el padre Giovanni Fausti y el padre Daniel Dajani, jesuitas; el padre Gjon Shllaku, O.F.M.; el seminarista Mark Çuni, los señores Gjelosh Lulashi, Qerim Sadiku y Fran Mirakaj y el padre Antón Harapi, superior provincial de los Hermanos Menores. Igual suerte corrió el padre Mati Prendushi, guardián del convento San Francisco de Gjuhadol en Shkodër.
El arzobispo de Shkodër, monseñor Gaspër Thaçi, el arzobispo de Durrës, monseñor Vinçenc Prennushi, OFM y el padre Çiprian Nika fueron acusados, falsamente, de haber escondido armas debajo del altar de San Antonio, en su iglesia.
El padre Bernardin Palaj, tras ser torturado, murió a causa del tétanos, en el Convento de los Franciscanos, convertido en cárcel para más de 700 detenidos. Don Lekë Sirdani y Don Pjetër Çuni, murieron sumergidos boca abajo en una fosa séptica.
Alfons Tracki y Zef Maksem, sacerdotes alemanes, fueron fusilados. El padre Serafín Koda exhaló su último suspiro con la laringe fuera de la garganta. Papa Josif, sacerdote católico de rito bizantino, quien cayó exhausto en el pantano de Maliq, fue sepultado vivo en el barro.
A Don Mark Gjani le pidieron que renegara de Cristo y su respuesta fue ¡Viva Cristo Rey! Fue asesinado y su cuerpo echado a los perros. Don Mikel Beltoja fue torturado en la sala del proceso, que se celebró a puerta cerrada. La policía le hirió gravemente con punzones y, unos días más tarde, le fusilaron.
Noticia tomada del blog «Victor in vínculis», del P. Jorge López Teulón, hay allí más material sobre el tema, que puede ser de interés.